miércoles, 15 de febrero de 2012

Brillos blanquecinos...

Nunca podré olvidar aquel día. Aquella tarde llovía. Fui por unas calles un tanto siniestras pues tenía prisa. Si hubiera sabido lo que me encontraría allí quizá no se me hubiera ocurrido atajar. El aire golpeaba mi rostro. De repente, al cruzar la esquina les vi. Tres hombres delgados con la cara pálida, las manos temblorosas y la cara destrozada. Una imagen impactante, esos tres hombre con el papel albal y su heroína, destrozándose la vida lentamente. Me miraron, en sus ojos pude ver todo el tiempo que llevaban en este mundo oscuro. Las gotas de lluvia recorrían mi cara. Seguí con mi camino, y a esto lo llamamos progreso...

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